10 Jun 2021 por #Entrevista
La bailarina y profesora de danza nació en Puente Alto. Siendo la hija menor del reconocido fotógrafo Jorge Cassis Saade, sus orígenes árabes despertaron en ella una gran pasión por la danza flamenca, la que ha desempeñado con gran talento durante toda su trayectoria.
Nacida, criada y con una feliz infancia en Puente Alto, la artista nos cuenta que sus padres se conocieron en esta comuna, donde formaron una hermosa familia. Durante su formación académica vivió en Santiago, para convertirse en profesora de educación básica. Sin embargo nunca perdió la conexión con su lugar de nacimiento, y como ella expresa: “Estuve seis años fuera, pero después volví a mi Puente Alto”.
Cuando hablamos de su padre se percibe su gran cariño y admiración, con quien indica haber tenido una gran complicidad debido a sus similares personalidades. Fue él quien la impulsó desde pequeña a incursionar en la danza: “Creo que lo que tengo en cuanto al arte se lo debo a él, porque fue el primero en decirme que yo tenía dotes para bailar. Aunque él me ponía música de ballet, igual para mí fue importante, porque él mismo me enseñó a mover los brazos y ahí me empecé a dar cuenta de chica que me atraía el baile” .
De su historia en Puente Alto guarda muchos y bellos recuerdos, y con entusiasmo menciona sus experiencias en los tradicionales “corsos” en la Plaza antigua , que como ella explica: “Eran los carros alegóricos. Una se disfrazaba y subíamos arriba de unos carros cantando, gritando, toda la gente alegre tirando serpentinas, challas. Yo todos los años me disfrazaba de algo con mis amigas, en grupo, lo pasábamos súper bien”.
Además, con nostalgia nos cuenta sobre las veces que acompañó a su padre, quien utilizando su clásica cámara de fuelle capturaba la vida en nuestra comuna: “Mi padre trabajaba con una máquina de esas antiguas que metías la mano y sacaban la foto adentro, entonces yo lo iba a ver a la Plaza y me gustaba lo que él hacía. Le sacaba fotos a la gente y todos esos son recuerdos muy hermosos”.
¿Cómo recuerda la bohemia y el mundo artístico en Puente Alto antiguo?
“Ya había mundo artístico, yo era chica pero veía a mis hermanas que trabajan en teatro y me sentaba en primera fila a mirarlas. Incluso me emocionaba donde las veía a ellas trabajar en el Teatro Palermo cuando yo era chiquitita”.
“Después empezaron a incluirme, tenía que decir unas palabras en una ventana y nada más, pero ya me empezaron a incluir, siempre estuve con ellos en el medio. Creo que eso también me ayudó mucho para dedicarme al arte, porque en mi familia casi todos han sido artistas”.
¿A qué asocia su interés por la Danza Flamenca frente a otras disciplinas?
“El hecho de que yo sea descendiente de árabe, mi padre era plalestino. La música árabe y el flamenco, yo lo he leído, van ligados, la India también, entonces siempre me atrajo. Cuando empecé a bailar me atrajo porque es una forma de expresar los sentimientos, lo que uno es como persona, desde que empecé a bailar fue así”.
¿A qué edad empieza a dedicarse a la Danza Flamenca?
“Empecé a bailar a los 10 años. Era una niña con mucho temor, quizás hasta me daba vergüenza presentarme ante el público, pero empecé a trabajar eso y a fijarme en mi padre, en mis hermanas y todo. Ahí empecé de a poco a enfrentar al público y a salir en los teatros que había en ese tiempo, y me di cuenta que ahí se empezó a desarrollar mi personalidad y empecé a enfrentarme sin miedo”.
“Me sirvió también para seguir la profesión de profesora, para imponerme delante de los alumnos y eso me creó el carácter. Ahora soy una persona con muy poco miedo, tengo carácter, las que bailamos flamenco tenemos carácter fuerte”.
De los escenarios donde se ha presentado ¿Cuál recuerda con más emoción?
“Siempre me presenté en el Teatro Palermo por el hecho de que tenía academia acá en Puente Alto. Pasaron por mí muchas niñas con las cuales ahí hacía mis presentaciones finales. Y cuando era más chica estuve en el Teatro Nacional, bailé con mi hermana Oda, yo hacía de espantapájaros mientras ella salía de española. Fue la vez que más me aplaudieron aquí en Puente Alto, lo que me hizo sentir bien porque trabajé muy bien el papel”.
“El Teatro Nacional estaba ubicado aquí en Jose Luis Coo, donde está el Líder, arriba todo eso era el Teatro Nacional, ahí arriba se hacían fiestas, muy bonito todo”.
Y sobre su academia ¿Qué significa para usted haber entregado habilidades y conocimientos a nuevas generaciones?
“Para mí fue muy importante porque tuve muchas alumnas. Tú sabes que ahora fácilmente se puede tener contacto por Internet, entonces ellas me han venido a ver, están todas bien. Cuando dejé mi carrera de profesora, puse la academia y empecé a entregarles muchos valores a las niñas, ellas mismas reconocen, siempre que me vienen a ver me dicen «tía, nunca la vamos a olvidar»”.
Yo tampoco las olvido a ellas, porque les conversaba, había niñas que también tenían problemas, yo trataba de solucionarlos. Además les servía a ellas el baile y trataban de imitar como yo bailaba, entonces fue muy lindo para mí y yo estoy segura que para ellas también
“Algunas hacen clases de baile en colegios y me han pedido ayuda, yo les he dado ideas, no soy egoísta en ese aspecto, si ellas quieren seguir con esto no hay problema en entregarles la sabiduría que yo tuve para enseñar”
¿Qué opina sobre las actividades que realiza nuestra Corporación Cultural?
“Yo lo encuentro maravilloso. He visto varios grupos aquí y hay profesores que conozco y lo encuentro maravilloso, muy bonito. Los chiquillos necesitan estas cosas, estos centros culturales, se necesita, la gente tiene que tener estos espacios”.
“Ahora con la pandemia se ha detenido todo un poco, pero así como ustedes siguen con cosas por Internet, esto no debe parar. Supieras lo bien que les hace a los jóvenes estudiar cualquier tipo de disciplina artística, o el deporte, muchas cosas”.